ecoSomáticas del «grounding» + cápsula autoguiada

Según el Oxford English Dictionary, grounding significa «fundamentar (en algo) la enseñanza de las partes básicas de una materia», y con el grounding ponemos una base somática a la nueva temporada en LA ALKIMILA, para poner una base somática a los encuentros temáticos de Hasta las raíces {narices} programados de octubre a diciembre de 2023.

En este blog presento alguna de las lecturas, prácticas, plantas maestras y preguntas que dan forma al encuentro de

Grounding: devenir (con) Musgo, Geranio, Hiedra...

Por supuesto, no es una historia de causa y efecto que me rompí el dedo del pie justo cuando comencé a anunciar este encuentro y, sin embargo, fue muy significativo. Y no fue la primera vez este año… Una vez más golpeé un objeto pesado con toda fuerza. Contrariamente al consejo de usar zapatillas por casa, sigo dando prioridad a caminar descalzo, mi piso es estrecho, mi andar inestable, la forma de moverme a menudo distraida y acelerada…¡y bum!

La facilidad de mis huesos para fracturarse cuenta historias sobre los devenires reumáticos y la densidad ósea reducida. Pero, hay otro hilo a través de la narrativa de los golpes y la conecta con el tema de nuestro encuentro con el grounding: la relación (temerosa) de mis pies con el suelo. De donde vengo, se da mucha importancia a «tener los pies en la tierra». Claro, siempre con más énfasis en la mentalidad trabajadora que en el contacto físico con el suelo.

De alguna manera siempre me he salido de ambos, por experiencias y con efectos en todas las dimensiones somáticas. Si no me concentro en los pies, en la orientación del peso hacia abajo, tiendo a flotar por el mundo. No en el sentido del alivio que siento al entregarme al agua, sino en términos de una levitación que resulta ser más que la mera «sensación de mantenerse en el aire sin ningún punto de apoyo» (RAE). La perdida del apoyo es muy real, está lleno de historia y el levantamiento constante del cuerpo repercute en todas sus estructuras y funciones, físicas, emocionales, relacionales…

¿Y tú, cómo experimentas el contacto de tu cuerpo con el suelo?

Es en el ámbito de la ecoSomática donde la palabra inglesa grounding ha adquirido significado internacional, aunque no siempre en una traducción uniforme. Literalmente grounding sería “puesta en tierra”, también conocido como earthing, con el ground como la tierra, el suelo al que el cuerpo humano se conecta mediante una diversidad de prácticas. Según la comprensión más literal, grounding describe la práctica de entrar en contacto físico con la superficie terrestre, tumbarse en la tierra y caminar descalzo para aprovechar el flujo de electrones negativos y mejorar el campo eléctrico del cuerpo.

Actualmente el término se usa en un sentido más amplio donde grounding comprende todo tipo de prácticas (de respirar y cocinar a la aromaterapia) que te hagan sentir más conectada al aquí y ahora. Las prácticas más de educación somática llaman la atención sobre el aterrizar, sobre la relación anatómica (de los pies) con el suelo. Considerando que la calidad del contacto influye en nuestra postura, en cómo nos movemos, percibimos y relacionamos en el día a día, se explica el creciente interés en el grounding para transformar el estrés, los dolores crónicos, el trauma.

Pero, lo que nos interesa especialmente para nuestro encuentro de ecoSomática es la repetida presentación del grounding como «enraizamiento», a menudo apoyada en metáforas vegetales confusas, incluso limitantes, que queremos repensar a través de la experiencia somática y deviniendo-con plantas en tierra, aire y agua. Es una invitación a vegetar, a vegetalizar el sensorio en busca de las múltiples expresiones de arraigo, anclaje, apego…

Veremos que no todas las raíces se ponen a tierra y no todos los seres vegetales tienen raíces propiamente dichas. Aunque las raíces se invocan como símbolo de origen y ancestralidad, el desarrollo de las raíces vegetales tiene su propia y larga historia. Seguiremos los procesos coevolutivos «hasta las raíces de las raíces», trayendo lo aprendido de vuelta al propio cuerpo. Nos tomamos en serio la expresión de plantas maestras y su potencia para nuestros des_aprendizajes somáticos en sus múltiples dimensiones, física-mental-emocional-relacional-espiritual-ecológica…

Primero, te quiero presentar a Roberta, apodo cariñoso que le doy al Geranium robertianum, que viene con un mensaje importante para el grounding como enraizamiento: ¡No tener raíces fuertes no necesariamente significa no sentirse sostenida!

El apoyo y el anclaje se pueden encontrar de muchas maneras, y con eso jugaremos en el encuentro abierto de ecoSomática. Al excavar las raíces de Geranium robertianum, verás unos hilito que para nada corresponden con la idea del firme arraigo de las plantas en la tierra. Roberta tiene otra estrategia: fortalece sus pecíolos para doblarlos hacia abajo y apoyarse sobre la superficie, en vez de desarrollar sus raíces debajo de ella.

En la práctica somática a menudo se invita a visualizar raíces que salen del cuerpo para sentir más presencia y estabilidad. He visto muchas veces que esto provoca más mareos que sensación de apoyo. Claro, no tenemos raíces y experimentarlas puede resultar extraño. Otras veces, la sensación de desarraigo es un tema central de los procesos de trauma. Y puede ser difícil imaginar raíces si sientes que las tienes truncadas, debilitadas, o si justamente las estás buscando, quizás sin encontrarlas de la forma que imaginabas.

Esmuy interesante que uno de los campos de aplicación de los remedios a base de Geranium robertianum sea justamente el acompañamiento de procesos de trauma y “rearraigo”. Pero antes de tomar nada, te invito a sentarte con la imagen aquí compartida, des_aprender con los devenires de Roberta, practicar el grounding con cualquier parte del cuerpo, poniendo atención a las superficies sobre las que te apoyas, sin intentar echar/visualizar raíces a la fuerza. Roberta enseña: se trata de anclarte a tu propia y particular manera, sin presuponer que la falta de raíces profundas sea una carencia, un trastorno, un obstáculo.

Con demasiada frecuencia observo cómo la falta de raíces sólidas (aparentemente necesarias y cada vez más solicitadas) conduce a inseguridades, tristezas, desorientación, bajo autoestima, sentimientos de culpa y no pertenencia. Me parece muy importante recordar que estas raíces son simbólicas. Las personas humanas no tenemos raíces firmemente anclados en un lugar. Simplemente las usamos en metáforas que podemos cambiar si no nos ayudan. Y luego conviene observar más atentamente la vegetación de la que sacamos las raíces metafóricas: veremos que no constituyen para nada una estructura uniforme, no representan el origen de la vida vegetal ni tienen el mismo significado para todas las plantas. Lo que comparten es el gravitropismo.

Este crecimiento diferencial de aquellas plantas que echan raíces a la tierra es sólo una expresión de seguir a la gravedad. Nosotras encuerpamos otras. Eso es lo que nos recuerda Roberta y lo que profundizamos en el encuentro abierto de ecoSomática en LA ALKIMILA.

En los grupos abiertos de ecoSomática queremos dar cuerpo a conceptos que muchas veces quedan abstractos, aunque sean palabras de uso cotidiano con referencia a la experiencia somática. Tomemos como ejemplo el apego:

¿Cómo lo expresarías a través de tu cuerpo? ¿Con qué gesto, movimiento, posición o parte del cuerpo le darías forma?

Para mí, el momento clave aquí es cuando entro en relación: el apego requiere de otro cuerpo, superficie o el contacto de una parte de mi cuerpo con otra. ¿A ti te pasó? ¿Y a qué planta/partes vegetales te lleva el concepto de apego?

Mi respuesta está muy clara: son las Hiedras que hace varios años sacudieron mi comprensión del apego con sus raíces adhesiva. Me llevaron a estudiar el lenguaje sociobotánico y me recordaron la importancia que la diversidad funcional de las raíces tiene para una ecoSomática anticapacitista.

Mi pregunta aquí es: ¿Por qué las Hiedras se perciben como parásitas y de qué contexto brotó este término en primer lugar? ¿Conecta con la idea de que los seres que apoyan su devenir en otros, se aprovechan, invaden y ahogan? ¿Es apegarse necesariamente destructivo o invita a reconsiderar las ideas sobre simbiosis, autonomía e inter_dependencia?

Con apegar ocurre algo similar a lo que he descrito para la práctica de vegetar: aplicado al ser humano, no describe lo mismo que para la botánica, donde apegar es arraigar y la función principal de las raíces adhesivas es el anclaje no chuparle los nutrientes a quien le da apoyo a la Hiedra…

Con estas preguntas paso a presentar los tres trabajos teórico-narrativos que ponen en con_texto nuestra práctica de seguir al soma sin juzgar y consultar plantas maestras para transformar metáforas y hábitos somáticos.

Con Some of Us Just Fall de Polly Atkins volvemos a poner en pies humanos nuestro viaje somático. El libro aporta un sentido bastante diferente al tema del grounding, porque Algunas simplemente nos caemos aquí no es una metáfora:

«Sabía que era quebradiza antes de saber cómo deletrear mi propio nombre. Puede que no recuerde nada de ser esa niña con la pierna rota, pero ella vive dentro de mí en todo momento. La llevo conmigo a todos lados. Mi sentido del yo se define por la caída, por la rotura. …

El detalle clave que falta en la historia, la fragilidad de mis huesos, fue algo que ninguna de nosotras supo durante décadas. … Caerse era simplemente lo que hacíamos en nuestra familia. Bromearíamos diciendo que algunas de nosotras eramos capaces de tropezarnos con la nada. Que no es culpa nuestra: la tierra nos lo hace a nosotras. … Que algunes simplemente nos caemos. … Entonces no sabíamos que todas éramos patológicas.»

Con sus reflexiones ‘Sobre la naturaleza y el no mejorar’, Atkin inspira una ecoSomática cuyas narrativas y prácticas tienen en cuenta la diversidad funcional, las condiciones crónicas y los paisajes enfermos de los discursos salutistas. Este año ha sido definitivamente mi libro favorito del creciente y cambiante cuerpo de textos enfermos; no solo porque comparto el deseo de Atkin: «Si pudiera, viviría en el agua. Ser un cuerpo en agua, no un cuerpo en tierra. Un cuerpo que no puede caerse.»

La introducción al libro nos remonta a la práctica del baño de pies (o manos) con el que durante el encuentro nos preparamos para para el momento de ‘tomar tierra’. Desde las aguas de un lago en Inglaterra, Atkin cuenta: «…el cuerpo tiene que descender a la oscuridad, ir completamente abajo de, para volver a salir. Hay que ir al olvido y atravesarlo para que todo pueda empezar de nuevo. … Cuando salgo del agua, estabilizándome mientras aprendo a moverme erguida nuevamente, salgo al crepúsculo de la montaña…»

Nosotras saldremos del cubo de agua a tomar tierra en nuestras habitaciones, inspirándonos en los musgos que hace 450 millones de años pusieron las primeras hojas en la roca y cambiaron el mundo, «formando hogares fértiles para los que les seguirían y siguieron.»

A pesar de la falta de raíces, los musgos son de las plantas terrestres más antiguas, verdaderas plantcestras que aún están vivas y guardan enseñanzas muy peculiares sobre la práctica del grounding: «No discriminan en su cobertura, ya sea una roca posglacial o un automóvil abandonado hace mucho tiempo en el bosque, todos quedan cubiertos. … Suaves, húmedas, protectoras, convierten el tiempo en vida, cubriendo lo transitorio y suavizando el paso a otro estado.»

En Musgo, clima y tiempo profundo (disponible online), Robin Wall Kimmerer cuenta la historia de estos seres antiguos que nos siguen enseñando estrategias para perdurar en un clima cambiante: «Si el tiempo es una línea como supone el pensamiento occidental, podríamos pensar que este es un momento único para el que tenemos que idear una solución que permita que esa línea continúe. Si el tiempo es un círculo, como supone la cosmovisión indígena, el conocimiento que necesitamos ya está dentro del círculo; solo tenemos que recordarlo para encontrarlo de nuevo y dejar que nos enseñe. Ahí es donde entran los narradores.»

La Sanación narrativa es parte esencial del encuentro con el que traemos la ecoSomática a nuestros cuerpos(y)hogares.

A medida que jugamos con múltiples formas del grounding como conexión a tierra, escucharemos las historias musgosas mezclarse con los sonidos del mar y el murmullo subterráneo de los hongos con los que las plantas aprendieron a enraizarse.

Con imágenes fascinantes, sonidos fúngicos y una narración de Merlin Sheldrake, la animación Mycorrhizal Fungi: The Roots of Life on Land (‘Hongos micorrízicos: las raíces de la vida en la tierra’; disponible online) enriquecerá con conocimientos científicos nuestro viaje somático a las raíces de las raíces, y recuerda que

“Teorizar, una forma de experimentar, consiste en estar en contacto. Hacer teoría requiere estar abierto a la vitalidad del mundo, dejarnos atraer por la curiosidad, la sorpresa y el asombro. Las teorías no son meros pronunciamientos metafísicos sobre el mundo desde alguna supuesta posición de exterioridad. Las teorías son reconfiguraciones del mundo que viven y respiran.»

(Karen Barad, On Touching – The Inhuman That Therefore I Am)