Arraigo olfativo & erótica molecular

Son bien conocidas la expresión «árbol respiratorio» y las ilustraciones asociadas, en su mayoría representaciones de los pulmones como la copa ramificada de un árbol, el «árbol bronquial». La vida vegetal inspira la anatomía humana y viceversa. La creciente atención a las transformaciones climáticas ha reavivado la imagen del bosque como «pulmón delplaneta». La Tierra respira.

Respira a través de sus numerosos cuerpos animales, fúngicos, bacterianos y humanos. Juntas creamos la atmósfera, el «aire que necesitamos para respirar» y el intercambio vital de gases se produce de muchas maneras. No necesariamente requiere pulmones y la respiración pulmonar se combina con otras formas: así, la respiración humana encuentra una expresión vegetal al inhalar y exhalar a través de los poros del piel.

¿Dónde tiene sus raíces el árbol respiratorio? ¿En los bronquios y todas sus ramificaciones? ¿O es un árbol al revés y los pulmones son las ramas de la copa? Entonces, las raíces estarían «en el aire», es decir, en nuestra boca y nariz.

Y sí, para concluir la temporada temática HASTA LAS RAÍCES {NARICES}

conectamos con las raíces en nuestras narices,

que recuerdan las raíces vegetales en su función de comunicación, entre protección y atracción.

Al principio de la temporada temática HASTA LAS RAÍCES {NARICES} anuncié el programa con esta misma imagen. Con los encuentros hemos seguido a tres de las funciones principales de las raíces vegetales: anclaje – nutrición – comunicación. Ahora se acerca el final y con el último encuentro le damos una vuelta al juego de palabras de las raíces y narices.

La temporada surgió de la experiencia colectiva de estar hasta las narices de metáforas vegetales confusas que limitan nuestras prácticas. Ahora, «hasta las narices» adquiere un significado diferente: centramos nuestra atención en las raíces que crecen en nuestras narices y las activamos con plantas aromáticas, que nos ayudan a tomar conciencia del olfato como nuestro principal sentido de arraigo.

Con “las raíces en nuestras narices” me refiero a la pituitaria amarilla en la mucosa de la cavidad nasal donde se hallan los receptores olfativos. ¡Mira cómo se ramifican en la nariz de la ilustración del rostro humano!

Con cada respiración, las moléculas odorantes entran en contacto con los receptores olfativos, que no sólo se encuentran en la cavidad nasal: se extienden por todo el cuerpo, se han detectado en todo tipo de tejidos, en las raíces del cabello, los intestinos, el corazón, la piel, el tejido pulmonar. Con cada respiración, «las raíces olfativas» captan las moléculas del aire y las convierten en impulsos eléctricos que provocan determinadas reacciones en nuestros cuerpos, a nivel físico-emocional-mental y en nuestras relaciones. Esta constante adaptación a los cambios del entorno se presenta como una analogía con la comunicación química de las raíces vegetales, de la que surgen los metabolitos que tanto se aprecian en las plantas aromáticas.

«…en las fosas nasales de personas y animales,

impregnando las raíces de las plantas y las membranas

de las bacterias del suelo, el olor nos arrastra a los

enredados hilos de la memoria y la posibilidad.”

— Anna Lowenhaupt Tsing

Mientras respiramos absorbemos olores y los olores despiertan sospechas, advierten, repelen Y tientan, atraen, seducen. Este Y caracteriza las fisiologías y ecologías del baile molecular que ensayamos con plantas aromáticas. Sus compuestos volátiles son muy repulsivos para algunas criaturas («propiedad antimicrobiana») mientras atraen a muchas otras, por ejemplo a nosotras. Los olores viajan a diferentes profundidades en flujos cambiantes que los transportan de la tierra al aire a la nariz al interior del cuerpo y de vuelta. Estamos siempre inmersas en este baile molecular, que queremos hacer más presente aquí con «sopas aromáticas».

La «sopa aromática» es un popurrí herbal en agua sobre fuego, una forma sencilla y efectiva de aromaterapia casera. Al incorporar la sopita a la narrativa de arraigo olfativo y erótica molecular, se convierte en mucho más que un simple “ambientador herbal”.

Idealmente, el cuenco o la olla con agua y hierbas se pone sobre una fuente de calor constante para mantener el vapor, una estufa o un calentador con velitas (de platos o tetera, o hecho con dos piedras). Si no es posible, pones el agua en una olla pequeña y la llevas a ebullición en el fuego de la cocina, la traes al espacio preparado para el descanso y la vuelves a calentar sobre el fogón cuando deje de evaporizarse.

Con el popurrí invocamos los elementos de agua (base), tierra (hierbas), fuego (vela/fogón) y aire (vapor). Pino, Romero, Menta, Laurel, Jazmín, Rosa, Lavanda, Clavo de olor, Enebro, Canela, Naranja, Manzana, Limón… ¿Con quiénes bailarás?

¿Qué sacas del especiero con la intención de componer un mezcla aromática tan relajante como lujuriosa?

(Dado que queremos quemar e inhalar la materia vegetal, es mejor si las hierbas, frutas cítricas, etc. son de cultivo orgánico/no tratadas.)

«El olor es la presencia de un ‘otro’

al que de hecho ya estamos respondiendo.

Y esa respuesta nos lleva siempre

a un lugar nuevo…dejamos de ser el yo que éramos

para convertirnos en un yo en encuentro con otro.»

— Anna Tsing

En las descripciones fitoterapéuticas de las plantas aromáticas se destacan sus numerosas «propiedades anti»: anti-bacteriano, fúngico, micótico, viral, inflamatorio, oxidante, espasmódico, depresivo etc. Tal enfoque no sorprende si lo consideramos en la narrativa médico-ecológica de la competencia y la obsesión antibiótica («anti-vida»). Refleja la explicación de la metablización de sustancias aromáticas en las plantas como «armas químicas» de defensa contra depredadores y patógenos; acción que se repite en nuestro organismo.

Durante el encuentro Arraigo olfatio & erótica molecular nos acercamos a esta ecología erótica desde el aprendizaje vivencial, con prácticas de herbolaria y ecosomática. Nos dejamos transformar por el encuentro con hierbas, frutas y especias en sopas, que nos ayudan a percibir la conexión a tierra a través del aire, el olfato como nuestro sentido de arraigo y las aromáticas como afrodisíacas…