Hay muchas maneras de narrarnos en relación a nuestras prácticas, en mi caso la oferta de LA ALKIMILA. Las biografías que comienzan con «Soy…» seguido de títulos profesionales siempre me han hecho sentir incómoda. Soy Steffi y no me identifico con una narrativa en la que tengo que llamarme ‘experta en…’ para subrayar mi profesionalidad. Entonces decidí narrarme en el contexto de los métodos y programas de LA ALKIMILA para poner en primer plano el conocimiento situado con el que creo y acompaño cada oferta.
Respecto a los programas grupales y sesiones 1:1 de TOMAR ALIENTO, puedo decir que no me interesa ser experta en la connotación actual de la palabra y sí, soy experimentada en respirar (mal) y acompañar otras personas en la respiración.
Me formé en prácticas respiratorias, pedagogías somáticas y de relajación. Mis estudios en fitoterapia en una escuela de naturopatía son tan importantes para el contenido de TOMAR ALIENTO como mis estudios universitarios en Metodologías visuales, Sociología política e Historia de la ciencia con enfoque en la construcción de cuerpos sexuados, racializados y dis/capacitados.
Pero para comprender cómo abordamos y practicamos la respiración en LA ALKIMILA, investigando las políticas somáticas de nuestra participación en los ecosistemas respiratorios, pienso que es igualmente importante que sepas que…


…tengo alergias graves y asma y sigo fumando demasiado tabaco. Voy a terapia respiratoria y fisioterapia del suelo pélvico, porque mis diafragmas están crónicamente tensos. Vivo en un puerto industrial donde la calidad del aire empeora notablemente con los cambios climáticos y mi sensibilidad química me acerca más a los así llamados «bioindicadores», a los canarios y líquenes, que a muchos de mis prójimos humanos.
La respiración es un asunto vital que nos pone a todas en conexión íntma con la atmósfera y con la vida vegetal. La respiración es una actvidad que trae el afuera hacia dentro, y el adentro hacia fuera. Sin respirar no hay vida (humana y no humana; aunque hay quienes no dependen del oxígeno). La respiración marca el comienzo y también el final. Si bien se trata de un fenómeno universal, no es un fenómeno homogéneo. No respiramos ni dejamos de respirar todas de la misma manera. La respiración atraviesa las diferencias, mientras su puesta en acto es poderosamente diferencial.
La respiración se practica de muchas maneras según las particularidades pulmonares y capacidades respiratorias. El aire es un recurso compartido, pero la calidad del aire en espacios exteriores e interiores forma parte del capacitismo estructural. Inhalamos aires más o menos contaminados, y exhalamos a distntos ritmos e intensidades, con y sin aparatos respiratorios, y más o menos conscientes de la acción de respirar. Para algunas personas respirar supone un continuo esfuerzo, mientras otras encuentran en la respiración entrenamiento físico y alivio emocional. A través de modismos, canciones e imágenes, la respiración se hace simbolismo cultural. Sin la respiración no hay ni ciencias ni artes, ni teorías ni movimientos. La respiración puede inspirar análisis diversos que desarrollan políticas de justcia social y ambiental, pero proponer la respiración como asunto queerfeminista y antiracista, de clase, género y diversidad funcional, parece ser algo secundario e inusual.
En noviembre de 2019 me operaron de las cuerdas vocales. Me quitaron un pólipo e hicieron una biopsia. El resultado: una inflamación crónica. La causa más probable, me dijo la médica, es que respiro mal al hablar. No le comuniqué lo que pensaba: «En general, no sé respirar.»
A lo largo de mida, la falta de aire nunca ha sido una metáfora. En un informe médico del 19 de junio de 1982 leo: «Contrayéndose, sin respirar».
Entonces yo tenía dos meses y medio. Nadie sabe contar las veces que de niña desperté a mi madre por la noche con falso crup. Ahora si veo un inhalador eléctrico se me pone la piel de gallina, porque durante toda mi infancia me han hecho chupar de ahí medicación de muy mal sabor para frenar el asma. No obstante, logré pasar por alto el significado de la respiración durante más de 30 años. Mientras tanto, he hecho de la hiperventilación mi patrón respiratorio, al menos según el lenguaje médico.
Tras unos años de experimentación personal y profesional con re/generar conocimiento a partir de la respiración, esucho otras voces que describen mi particular modo de conexión con el aire como práctica respiratoria discapacitada por condiciones socioambientales, normas (posturales) de género y experiencias traumáticas vueltas respiración. Décadas de ritmos acelerados y desconexión se manifiestan en los largos ratos en los que, inconscientemente, contengo la respiración. Se juntan malas posturas, miedos y altos niveles de tensión. También entrecorto mis ritmos respiratorios para evitar el daño que me provocan las sustancias químicas y fragancias. No salgo nunca sin primero poner la mascarilla de filtración de partículas en mi bolsillo; por si acaso. En mi casa tengo enchufado un purifcador de aire que me permite respirar mejor, mientras me recuerda 24/7 de los privilegios de mi aparato respiratorio desprivilegiado.
Los cuerpos son políticos en sentido de su construcción social, cultural y visual. Pero también es a través de nuestros cuerpos que estas políticas se ponen en práctica cotidiana: respiramos según los efectos sociosomáticos de daños ambientales, cotidianidades estresantes, y sistemas de opresión. Inhalando y exhalando los cuerpos articulan –cada uno a su manera– las condiciones asfixiantes de capitalismo, racismo, capacitismo, sexismo, queerfobia, clasismo y más relaciones de poder que hacen importar diferentes vidas de manera distinta y con consecuencias dispares para su respirabilidad. Para muchas personas, seguir respirando es un asunto de lucha diaria. Vivir la falta de aire como normalidad (y no como la excepción) es cansino y nocivo, pero «no puedo respirar» también entraña potencias de concienciación, conexión y cambio.
En Breathing Matters («La respiración importa», 2016), Magdalena Górska escribe:
«‘No puedo respirar’. […] Final y apertura. Luchar por algo – por respirar, por posibilidades, por cambio. ‘No puedo respirar’ como un grito público. ‘No puedo respirar’ como una lucha situada de modo interseccional, individual y colectiva. ‘No puedo respirar’ como diferenciación. Inevitabilidad existencial. Necesidad política.«

Y entonces exhalé profundamente. Experimenté que al acompañar el ritmo de mi respiración y a través del poder dela imaginación podía transformar sustancialmente mi experiencia de dolor y de tensión. Respirando en el espacio de lo desconocido surgió una nueva dimensión, llena de posibilidades de re_conocerme y de conectar con otros cuerpos más-que-humanos.
TOMAR ALIENTO juntas
con muchas maneras de respirar,
compartir las expresiones diferenciales del aliento universal sin separar la experiencia física-mental-emocional-espiritual del análisis social, practicar una anatomía política y queerizar la industria del bienestar, encontrar la potencia en las afecciones respiratorias, permitirnos respiros en medio de aires contaminados, recordar el mundo bienoliente y sentir la reciprocidad entre el propio aliento
y las vidas que nos permiten respirar,
TOMAR ALIENTO como anhelo e impulso vital.

Es con este conocimiento situado que estudio las ecofisiologías de la respiración, la somática como teoría practicable del cambio y práctica que cambia la teoría. Es a partir de este conocimiento situado que he hecho de la respiración una materia y práctica central de LA ALKIMILA desde 2019, creando espaciotiempos acogedores en los que nos reúne el deseo de TOMAR ALIENTO con muchas maneras de respirar, reencantar nuestra participación en los ecosistemas respiratorios y transformar las experiencias y políticas somáticas respirando.
