¿De dónde vienen mis (prácticas con) plantas & por qué importa?

¿De dónde vienen mis (prácticas con) plantas & por qué importa?

es la pregunta de investigación del segundo módulo del programa PLANTAS COMPAÑERAS herbolaria · artes · pensamiento. En el centro del módulo está el estudio de las múltiples dimensiones de las historias, prácticas y relaciones con una planta de tu elección.

A continuación, comparto algunos ejemplos de plantas, relaciones & prácticas que serían un interesante punto de partida para el taller. No obstante, la decisión es tuya. Cada planta/práctica será bienvenida. Las siguientes historias no son ni más ni menos que un impulso.

Mis propios comienzos en crear relaciones más profundas y prácticas cotidianas con las plantas se sitúan en el radio de mi casa. Todas convivimos con plantas: habitan nuestras casas y crecen alrededor de ella. Nos nutren de muchas maneras, sin que necesariamente seamos conscientes de ellas. Una de las lecciones vegetales más valiosas para mí ha sido aprender a guardar lo que me nutre y hacerlo fluir a través de mi cuerpo cuando no puedo levantarme de la cama, haciendo de la visualización una práctica importante de la Herbolaria Experiencial. Mirando la pared, me sumerjo en el bosque…

…y estoy rodeada de Pinos.

Pinus pinea, Pinus sylvestris, Pinus nigra, Pinus sabiniana, Pinus mugo, Pinus cembra, Pinus ayacahuite… Dependiendo del lugar del mundo que habitemos, nos encontramos con otros tipos de Pino que —siendo árboles siempreverdes— nos acompañan durante todo el año.

Piñones comestibles; madera para muebles; pinos y leña para fuegos; resina para sahumar, aromatizar el vino y hacer colofonia; brotes y agujas para tisanas, jarabes, vinagres, sales herbales para baños y para la cocina, aceites esenciales, hidrolatos, flores de Bach…sentarse bajo un Pino para respirar. La multiplicidad de la relación Pino-humana.

Hay otro árbol que cuenta largas historias sobre las relaciones y prácticas que el ser humano ha establecido con sus distintas partes. Historias que sacude el binario cultura/naturaleza. Historia sobre los Sauces…

Algunes incluso postulan que ningún árbol está tan relacionado con las personas humanas como los Sauces que, durante siglos, proporcionaron el principal material de construcción para casas y establos, verjas y nasas, muebles y objetos cotidianos de almacenamiento y transporte. La cestería tiene una larga historia en muchas partes del mundo y conecta las personas humanas con diferentes plantas compañeras: aquí, en el norte de Alemania, es la familia de los Salix, los Sauces, incluida la Mimbrera.

Cada vez que paseo por la orilla del rio Elba, me asombran las Mimbreras blancas que salen entre las rompeolas, echando sus raíces en la marisma. Como yo, los Sauces prosperan mejor en lugares cercanos al agua, y en agua hay que remojar las varillas de mimbre cortadas (peladas o sin pelar) durante unas horas a unas semanas, antes de poder tejer con ellas. Mis primeras varillas están remojándose, mis manos esperan a poder empezar con la labor. Mi sueño: tejer mi propia “Kiepe” – cesta que, quipada con tirantes, se lleva en la espalda- para las cosechas de verano.

La importancia de esta relación estrecha con los Sauces parece haber llegado tan lejos, que en Alemania se prohibió la recolección de la corteza del Sauce blanco con fines medicinales, porque solamente debían utilizarse para el comercio de la cestería, que floreció desde finales del siglo XVI. Este dato es de un artículo de Ursula Armstrong, publicado en la Ärztezeitung en 2009. Con la prohibición, explica la autora, “las hierbateras salieron en busca de alternativas”. Descubrieron que las flores de la Filipendula ulmaria tenían un efecto analgésico similar al de la corteza de Sauce.

Hoy en día llamamos a la sustancia activa responsable de este efecto ‘ácido salicílico’; conocido, sobre todo, por la Aspirina. La marca Aspirin® se registró en la Oficina Imperial de Patentes de Berlín en 1899 y se convirtió en el medicamento más conocido del mundo. El Sauce es ejemplar para la historia de cómo los científicos hicieron suyos los poderes de las plantas, que están en la base de todos los remedios sintéticos de los laboratorios del complejo médico-industrial moderno. Mientras el Sauce (Salix) dio nombre al ácido salicílico, la Filipendula (también Spiraea ulmaria) dio nombre a la Aspirina: “’A’ para ASA [ácido acetilsalicílico], ‘spi’ para Spiraea e ‘in’, sufijo popular para los fármacos.”

¿Conoces a alguien con quien te gustaría hacer el taller, pero que ‘no cree’ en la medicina con plantas, que es más de pastillas, a quien le resulta muy jipi y/o antropocéntrico considerar las plantas compañeras?

Mi sugerencia: proponle que se junte a nuestro grupo de investigación con todas sus dudas!! Que se apunte al taller con alguna de las pastillas de su botiquín…le sorprenderán las historias que emergen al partirla (y que, dificilmente, se escribirán sin encontrarse con una u otra planta)…

Entrando más en profundidad a la historia de la Aspirina nos encontraremos con la práctica de hervir corteza de Sauce y recetas medicinales transmitidas desde la antigüedad; con Napoleón, la quinina y la importancia de descolonizar la medicina, y quién sabe con qué y quiénes más…

Empiezo cada día con una buena taza de café. Un ritual casi desapercibido. Hábito. ¿Necesidad? Vicio. ¿O medicina? «Llegó el día cuando, sentado en la mesa de la cocina, miré fijamente mi taza de café y surgió una pregunta. Sinceramente, no sabía la respuesta. ‘¿Te estoy usando o puede que me estés usando a mí?’”, pregunta Nathanial Hughes, introduciendo su libro sobre la herbolaria intuitiva y la creación consciente de relaciones con plantas con el café.

¿Cuándo fue la última vez que percibiste el café de la mañana como una práctica de herbolaria, como la interacción habitual con una planta? En nuestro día a día, todas tenemos relaciones sólidas con las plantas, aunque no siempre seamos conscientes de ellas.

Los granos de café que muelo por la mañana, serían un muybuen punto de partida

para el taller de investigación creativa…

…como el tabaco que fumo demasiadas veces al día,

la tomatera en tu balcón o las patatas con las que te preparas una tortilla.

En sus libros y charlas, la escritora suiza Florianne Köchlin habla de forma vívida sobre las relaciones mutuas entre humanos y plantas: con la ayuda de distintas fragancias, dice, las plantas cotillean por encima y por debajo de la tierra. Se comunican entre ellas y con nosotras. Y lo que muchas veces no tenemos en cuenta: también nosotras comunicamos con ellas de esta manera.

Por ejemplo: cuando una tomatera se ve atacada por una oruga, comienza a contraatacar por medio de producir toxinas. Al mismo tiempo, desprende fragancias que advierten a las plantas vecinas. Esas fragancias consisten en jasmonato de metilo, compuesto orgánico volátil que, a menudo, se usa en la perfumeria. Pues, durante los estudios sobre el tema, se pidió a les investigadores que no se perfumen para no confundir a la tomatera.

Florianne Koechlin subraya que una mejor comprensión del devenir tomatera, “plantea nuevas cuestiones sobre la agricultura de mañana y sobre nuestra responsabilidad hacia las plantas.” Investigar (con) el tomate nos llevará a muchos otras temas: a las insoportables condiciones de trabajo en los invernaderos, a la conservación de semillas autóctonas, a la historia colonial, a México y los huertos urbanos de Barcelona… ¿Te animas a des_aprender con el tomate?

Solanum tuberosum, la patata, fue la protagonista de la conquista del altiplano andino y se trajo a Europa donde, al principio, fue despreciada como alimento hasta que la dejaron representar su papel estelar que era el de contribuir a paliar el hambre…

PAPAS MARGINADAS o “DECOLONIZE YOUR TORTILLA ESPAÑOLA”

Es en Europa, más concretamente en un huerto urbano de Berlín, donde Åsa Sonjasdotter empieza a seguir las historias de la patata. Comparte su investigación en potatoperspective.org & algunas de sus reflexiones entran traducidas en el dossier que acompaña el taller de PLANTAS COMPAÑERAS. Sonjasdotte explica que The Order Of Potatoes es «una investigación sobre aquellas variedades de patata cuya circulación comercial se ha restringido dentro de la UE. Las patatas se presentan junto con una historia sobre su contexto cultural e histórico. Cuentan una historia sobre cómo las papas se convirtieron en organismos regulados. El estudio abarca la historia desde 1587 (la documentación más antigua de la papa en Europa) hasta 2010 (cuando el agricultor K.Ellenberg cría nuevas variedades para los pequeños agricultores en Alemania”, y llama su papa ‘la Emma roja’ en referencia a la anarquista Emma Goldman.

¿Dónde empieza tu relación con las papas?

¿En tu huerta? ¿Pidiendo unas patatas fritas en el bar? ¿Con hacerte una tortilla?

En lo que respecta al origen de la tortilla de patata, tb existen diferentes teorías,

que sería un excelente punto de partida para estudiar la pregunta clave de nuestro taller:

¿De dónde vienen mis (pácticas con) plantas & por qué importa?

Últimamente, fue el Ajo quien me cambió la vida. Mi perspectiva a estos pequeños seres cambió gracias a Laura Miqueo, quien hizo viajar sus Ajitos grabados a mi cocina. “Inspirados”, explica, “en esa sensación de hoguera-encuentro entre pequeños seres mágicos/cotidianos.” Los Ajos “crecen protegidos, con la cabeza bajo tierra, a partir de un solo individuo llamado diente. Generan calor en su interior. Cada uno de ellos contiene un fuego en su yema y entre todos forman una hoguera que asciende desde las raíces para extenderse por todo el cuerpo.”

El Ajo, es una compañera cotidiana que, a menudo, no recibe la atención que se merecería cada vez que se corta o magulla para una comida nutritiva. Al Ajo, esa planta-fuego que, una vez cosechada y trenzado, revela su súperpoder: protege de los vampiros, que a veces se hacen pasar por lo que llamamos resfriado, gripe, virus, o afección crónica.

El Ajo es herbolaria cotidiana en dientes y piel de seda [k guardo para sahumerios; como también la de cebolla]. Y el Ajo representa la hoguera. La luz de la vela fortalece su calor. Juntos ayudan a cultivar el fuego, “a quemar lo que duele, lo que violenta, lo que es injusto. El Ajo nos recuerda cómo celebrar y proteger la vida juntas.“ (Laura Miqueo)

Ay, las posibles compañeras para el taller son realmente infinitas!!

Vámonos un momento al campo, antes de que te deje tranquila para que contemples tu elección de una planta compañera.

En Braiding Sweetgrass, Robin Wall Kimmerer escribe: “Me siento aquí con mi abuela, la Pícea de Sitka, a pensar. No soy de aquí, solo una extraña que viene con gratitud y respeto, y se pregunta cómo es que llegamos a pertenecer a un lugar. Si la gente no se siente ‘indígena’, ¿puede sin embargo entrar en la reciprocidad profunda que renueva el mundo? ¿Es algo que se puede aprender? ¿Dónde están las maestras?»

Y sigue: «Me levanto y camino de regreso al sendero, donde me detengo en seco. Había pasado junto a un viejo amigo sin reconocerlo. Me avergüenza no haberlo saludado antes. Ha caminado hasta aquí desde la costa este. Nuestra gente tiene un nombre para esta planta de hojas redondas: pisada del hombre blanco. Solo un círculo bajo de hojas pegadas al suelo, llegó con los primeros colonos y los siguió a todos lados. Linneo lo llamó Plantago major, el Llantén común. Su epíteto latino Plantago se refiere a la planta del pie. Al principio, la gente nativa desconfiaba de una planta que venía arrastrando tantos problemas. Cuando quedó claro que la Pisada del hombre blanco se quedaría en Turtle Island, empezaron a estudiar sus dones. Cada parte de la planta es útil. Esta sabia y generosa planta es una inmigrante, pero después de 500 años de vivir como buena vecina en estas tierras, la gente se olvida de ese tipo de cosas.

Nuestras plantas maestras inmigrantes ofrecen muchos modelos diferentes sobre cómo (no) ser bienvenida en un nuevo continente. El Llantén no es autóctono sino ‘naturalizado’. Naturalizarse es vivir como si el futuro de las criaturas importara, cuidar la tierra como si nuestra vida y la de todos nuestras familias dependieran de ella. Porque así es. Quizás, el Llantén marcará el camino de regreso a casa. Podríamos seguir a la Pisada del hombre blanco, planta generosa y curativa, que crece con sus hojas tan pegadas al suelo que cada paso es un saludo a la Madre Tierra.”

El texto completo de Robin Wall Kimmerer está incluido en el dossier d electuras opcionales que acompaña el taller.

¿Te apetece seguir el camino del Llantén, del Diente de león u otra planta

que se desplaza con nosotres, nos sigue, nos guía, nos acompaña?

Una planta que ha estado conmigo toda mi vida —sin que yo fuera consciente de su constante compañía— se llama Erica, o Calluna vulgaris en latín, Brecina, Brezo o Biércol en español, «Besenheide» en alemán (haciendo este nombre referencia a uno de los usos antiguos del Brezo = «Heide» para hacer escobas = «Besen»).

Dice Robin Wall Kimmerer: “a mí me gustan los nombres científicos, porque son tan hermosos y complejos como las plantas que nombran. No obstante, conocer (las plantas) no requiere conocer sus nombres científicos. Las palabras que les damos en latín son solo construcciones arbitrarias. A menudo, … les doy un nombre que tiene sentido para mí… Es una señal de respeto llamar a un ser por su nombre y una falta de respeto ignorarlo. Las palabras y los nombres son las formas en que las personas humanas construimos relaciones, no solo entre nosotras, sino también con las plantas.” Nomenclaturas, clasificaciones y nombres sentidos representan una práctica del taller, una manera de relacionarnos y aprender con la planta compañera elegida.

Mi nombre para Calluna vulgaris es: Tierna memoria que conecta todo. Erica y Calluna son dos plantas hermanas de la familia de las Ericácaes, que para mí son como mis hermanas pequeñas quienes, a la vez, encarnan demasiado conocimiento e historia como para ser «hermanitas». Esta planta no solo es parte de mi infancia, sino que en su ancestralidad notablemente sabia ha conservado algo de infantil: de inmediato me transmite alegría y curiosidad por explorar: risas y saltos por brezales y dunas, como si mi cuerpo, por un momento, se olvidara del reuma. Calluna vulgaris es la niña interior y la futura anciana, el juego y la sabiduría.

En su podcast La senda de las Plantas Perdidas,

Aina S. Erice comparte una investigación con el Brezo que, quizás, te sirva de inspiración

si decides apuntarte al taller con esta planta. También presenta a muchas otras.

Yo te quiero presentar solo una compañera más: Angélica, «la abuela que nunca tuve».

Hay plantas compañeras & plantas que, de alguna manera, son más que eso … son «plantcestras». Una de ellas es: Angelica archangelica.

Nombre genérico que deriva del latín para «angelical», en referencia a las propiedades medicinales de la planta, que se dice que ha sido revelado a un monje por un ángel. De acuerdo o no con esta interpretación cristiana, el nombre oficial refleja el gran poder, atribuido principalmente a la raíz de esta planta.

Según la Wikipedia, la Angélica medicinal se trató por primera vez en un herbario impreso en 1500: en el pequeño libro de la destilación de Hieronymus Brunschwig. También yo conocí a Angélica a través de esta área de la herbolaria, hoy dia llamada Aromaterapiaa, que usa el aceite esencial de la raíz de Angelica para la consolidación después de enfermedades graves y en caso de miedos (existenciales). Se asigna al elemento tierra y tiene propiedades fortalecedoras y reparadoras. Su aroma terroso puede vitalizar, apoyar el arraigo y liberar miedos.

No obstante, una no siempre está preparada para liberar lo más profundo de su interior. Así, el aceite esencial de raíz de Angelica resultó no solo demasiado caro, sino también demasiado potente para mí. Sin embargo, Angelica había despertado en mí una sensación difusamente conocida de calidez y conexión. Me impactó. Para mi asombro, no tuve que ir muy lejos para encontrarme con Angelica fuera de libros y frasquitos. Sin saberlo, me había acercado a una planta originaria de los latitudes nórdicos de los que, también, desciendo yo.

La “Angélica medicinal” pertenece a las apiáceas y está extendida en el norte y este de Europa, así como en Siberia, en el Himalaya, en el sur de Groenlandia y en América del Norte. La “angelica medicinal” crece en suelos arcillosos húmedos, a veces inundados, y ricos en nutrientes: por ejemplo, en las orillas del río Elba en la ciudad de Hamburgo, lugar representado en la foto arriba. Entonces, comencé a visitar a Angélica con regularidad, a sentarme con ella, a absorber el olor de la planta viva, a sentir qué pasaba conmigo en su presencia. Mientras «mi hermanita Erica”, la Calluna vulgaris, conservó algo juguetón en su ancestralidad notablemente sabia, Angelica archangelica tiene una presencia seria y serena. Me impresiona con su altura (de 1 a 3 metros), con sus tallos de color morado rojizo y sus flores enormes.

A mí se me presenta como una ansiana sabia, impresión que me llevó a llamarla: Angélica, la abuela que nunca tuve. Su método es la «historial oral», incluso si la comunicación con las plantas no funciona a través del lenguaje verbal. La abuela Angelica me abriga, me enseña, me conecta a tierra. No me atrevería a llamarla “planta compañera”. Cumple todo lo que asocio con la palabra «plantcestra». Más que una compañera, Angélica es una guardiana; con lo cual, para mi propia sorpresa, reafirmo el nombre latino-cristiano. Hoy en día, sé muy bien cuando mi cuerpoespíritu necesita una buena ración de Angelica archangelica, y la tomo en forma de infusión de las raíces secas. La fitoterapia moderna reduce su poder a los efectos digestivos. A veces, se menciona entre las plantas que pueden calmar dolores (pre-)menstruales, al suministrar calor al bajo vientre.

Para mí es muchísimo más que eso: la “infusión de la abuelita” me envuelve en esa calidez plantcestral que me hace volar enraizada. Es una conexión que sigo experimentando como difusa. El camino a las raíces (las nuestras, las de las plantas, las de las sabidurías ancestrales) es un camino largo, lleno de duelo y de sorpresas placenteras…

Si te apetece, en los talleres PLANTAS COMPAÑERAS,

recorremos estos caminos juntas y bien acompañadas,

indagando las historias de las plantas con las que nos relacionamos a diario

y creando nuevas prácticas.